Arquímedes Rivero tenía olfato para descubrir estrellas y hacer telenovelas rosas

Con su fallecimiento en Miami se va el gerente y productor de telenovelas más relevante de la TV venezolana. Sabía manejar el género con pericia y muy particular manejo del oficio, con protagonistas femeninas de melenas largas y gente bella en los elencos. En sus últimos años se sintió relegado por el medio y el deceso de su esposa en 2020 lo sumió en la tristeza hasta morir

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Nacido hace 91 años en Pinar del Río, Cuba, Arquímedes Rivero desde muy pequeño se sintió atraído por el mundo del espectáculo. A los 14 ya era locutor y para abrirse paso se va de su ciudad natal a La Habana, donde comenzó a trabajar como actor de radionovelas, en roles de reparto o estelares indistintamente.  No llegó a nuestras costas huyendo de la revolución castrista, como muchas otras luminarias cubanas, sino que lo hace cinco años antes, en 1954, buscando nuevos horizontes.

Arquímedes Rivero tenía olfato para descubrir estrellas y hacer telenovelas rosas

Poco después de su arribo, entra en la recién nacida televisión venezolana como actor en pequeños papeles en Radio Caracas Televisión, pero sería en Radio Rumbos, a partir de 1955, donde comenzaría el recorrido de sus  primeros logros como gerente, productor y actor en radionovelas de éxito. Y lo hizo tan eficazmente, que no tardó en ser llamado, por Rctv primero y muchos años después por Venevisión, para coronar una indetenible carrera de rango ciertamente estelar.

Olfatear más allá de lo obvio

Su historia la cuenta el venezolano Alberto Gómez, su amigo y colaborador más cercano, descubierto y forjado profesionalmente por Rivero y uno de los escritores de telenovelas rosa de mayor rango y actividad, dentro y fuera de nuestro país. En la conversación que sostuvo con El Estímulo desde su residencia en Miami, lo reivindica como un hombre visionario a la hora de sopesar los ingredientes de un buen dramático. “Sabía ver, descubrir, olfatear más allá de lo obvio. Manejaba el rating de arriba abajo y llegó a tener el poder de lograr acaparar la sintonía para el canal donde estuviera, con fórmulas creadas por él que resultaban infalibles”, dice. 

-Estuve tanto como 29 años de trabajo ininterrumpido con Arquímedes Rivero -recuerda-. Empecé como extra en Radio Caracas Televisión. Hice una prueba de actuación en su oficina, me dijo que tenía cara de galán y me empezó a dar pequeños papeles, de tres o cuatro capítulos. Después, por un error administrativo, el director Juan Lamata me contrata como escritor y Arquímedes se sorprendió mucho cuando le pasan la lista de los nuevos libretistas firmados en aquel 1987. Y él, que sólo me conocía como actor, preguntó: ¿Y Alberto es escritor? ¿Desde cuándo es escritor?

-Así comencé a escribir. Inicialmente en el equipo de dialoguistas de “Primavera”, que fue la primera telenovela que hicimos, con Gigi Zanchetta y Fernando Carrillo. Y luego me dio la gran oportunidad en “Abigaíl”, que la manejaba yo solo. Llegó 1989 y después de “Abigaíl”, íbamos a hacer una nueva telenovela, pero Arquímedes se va a Venevisión y estuve un año inactivo, porque el nuevo gerente de dramáticos me congeló, no me dio trabajo, ya que no era de su agrado, pues venía con nuevas ideas. Quería hacer novelas modernas, de ruptura y por eso pasé un año sin hacer nada. 

Indetenible fábrica de culebrones

-¿Por qué no te fuiste para Venevisión con Arquímedes?

-Por estúpido. Por eso nada más: por estúpido, por errores de juventud. Me quiso llevar con un excelente contrato y yo cometí el error de quedarme. Me sentía muy cómodo en Radio Caracas, acababa de tener un éxito muy grande con “Abigaíl”, un trancazo de rating. Él me estuvo llamando durante todo ese año y yo todavía estaba  aferrado a la tontería de pensar que me iban a dar una nueva telenovela en Rctv. Ya finalmente, cuando vi que lo que me esperaba era un futuro negro, decidí aceptar la oferta de Arquímedes y me fui para Venevisión en 1990. A partir de allí, empecé a trabajar con él sin parar.

-Lo primero que hicimos fue “La mujer prohibida” y no paramos más. Fue una novela tras otra. Incluso llegué a escribir dos al mismo tiempo, la de la 1 de la tarde (“Como tú ninguna”) y la de las 9 de la noche (“Dulce enemiga”). Siempre me entendí muy bien con Arquímedes, pues hablábamos el mismo idioma. Yo le decía: “quiero hacer una adaptación de tal novela” y él inmediatamente me la daba. O “quiero hacer un original” y también lo aprobaba. Tuvimos sintonía desde el primer momento.  

Generoso maestro

-¿No hubo nunca ninguna diferencia entre ustedes?

-Nunca. Éramos una tribu. Seis años después lo llamó un importante ejecutivo mexicano de Televisa, que ostentaba el mismo cargo que él allá, y le pidió que le recomendara a su mejor escritor, pues necesitaba un libretista fuerte, que le produjera éxitos en aquella cadena. Él le dijo que su mejor escritor era yo, que se lo recomendaba con los ojos cerrados. Entonces a mí me contratan en Televisa y en 1995 me fui para allá.

-¿Lo primero que hiciste en Televisa?

-Bajándome del avión, me dijeron que tenía que terminar “María la del barrio”, porque el escritor se enfermó y necesitaban a alguien que terminara la novela. Entonces hice los últimos cinco capítulos que faltaban. Ya luego escribí “Marisol”, una novela muy larga, de más de 300 capítulos. Y todas las producciones que yo hacía las compraba Arquímedes y las pasaba Venevisión. Aunque estaba contratado en Televisa, le seguía escribiendo a Arquímedes y le mandaba los capítulos por DHL, porque en esa época no existía lo que era el email. Hacía dos telenovelas, la de Televisa y la de Venezuela. Desde México, para que las pasaran aquí, hice “Todo por tu amor”, con Jeanette Rodríguez y “Hechizo de amor”, con Emma Rabbe.

-¿No te agobiaba ese training?

-Era muy estresante, pero me organizaba bien: en la mañana escribía el capítulo de la novela de México y en la tarde hacía el de Venezuela, hasta las dos o tres de la madrugada . Pero valía la pena el esfuerzo, ya que pagaban muy bien y era una oportunidad que uno no podía dejar pasar. En Televisa estuve siete años.

Auge y caída en Miami

-¿Y después dónde trabajaste?

-Acepté una oferta de Arquímedes y me vine con él a Miami cuando él salió de Venezuela para producir aquí y estuvimos hasta el último momento trabajando juntos. Hicimos “Secretos de amor”, “Acorralada”, la famosa “Gata salvaje” y muchas más.

-¿Cuándo se detuvo esa producción de telenovelas y la relación profesional con Arquímedes?

-Cuando Venevisión decidió no seguir produciendo novelas en Miami, que hicimos primero a través de Fonovideo y luego, al cerrar esta empresa, en Venevisión Productions (ambas del grupo Cisneros Media), que también terminó cerrando. Fue una decisión de la empresa el no seguir haciendo telenovelas, no de nosotros.

-¿Qué pasó con Arquímedes y contigo después de este percance?

-La amistad siguió como siempre. Salíamos a comer, fui a su casa montones de veces, seguí trabajando con Coromoto, su hija, porque yo continué escribiendo para México contratado por Telemundo y ella formaba parte de mi equipo de dialoguistas. Mi relación con él no acabó nunca. La última vez que lo vi fue hace dos meses.

-¿Cómo lo describirías como ser humano y como profesional?

-Como ser humano, tenía un corazón de oro, una capacidad impresionante para ayudar a los demás. Era un hombre que te tendía la mano. Yo le vi  prestar dinero a tanta gente. Era un fuera de serie, no hay palabras para describirlo. Y como profesional, era el hombre que más sabía de televisión.

“Escribir rosa para tener éxito”

-¿Qué decir de quiénes los acusaban de hacer culebrones rosas?

-A mí nunca me ofendió la palabra culebrón; de hecho lo eran, porque resultaban interminables. Eran novelas de trescientos o cuatrocientos capítulos. Éramos muy criticados, pero nosotros trabajábamos para tener éxito, para darle rating a las empresas, eso siempre lo tuvimos muy claro, tanto Arquímedes como yo.

-¿No te interesó alguna vez hacer una telenovela de ruptura?

-Nunca me las pidieron. Viví la mejor época rosa de la telenovela venezolana y estaba muy identificado con ese género, entonces nunca me pidieron otra cosa. Y Televisa también era la fábrica de la telenovela rosa, por lo que allá mucho menos me pidieron otra cosa. Y luego, cuando me contrataron en TV Azteca, donde se hacía otro tipo de telenovelas, resulta que estaban pasando por una muy mala racha de rating y como consecuencia le apostaron igualmente al género rosa. 

Forjador de estrellas

¿Puedes hablarme de los artistas que lanzó Arquímedes? ¿Quiénes eran y porqué los eligió?

-Arquímedes tenía un ojo clínico, veía a la gente y ya sabía sus potencialidades. La mejor prueba era cuando se hacían las famosas preventas de diciembre en Venevisión. Pasaba por los pasillos, donde estaban todas aquellas muchachas hermosas, que eran las que recibían a los anunciantes y a los invitados. El las veía y cuando alguna le gustaba le decía: “Pasa por mi oficina, que te voy a hacer un casting.  Y eran muchachas sin ninguna experiencia, pero él las veía y me decía: “Esa es la protagonista de mi próxima telenovela”. Así era su ojo clínico. 

-¿De allí salieron cuáles figuras?

-Una de las más famosas fue Gabriela Spanic. A ella  la sacó literalmente de la preventa. Estaba entregando tarjetitas a los anunciantes y con una bandeja de champán recibiéndolos. El la vio y le dijo: “Mija, pasa por mi oficina” y ahí mismo le dijo: “Tú vas a ser la nueva estrella”. Y no se equivocó,  mira a donde ha llegado Gabriela Spanic. 

-Con Rosalinda Serfaty pasó exactamente lo mismo, la sacó del noticiero de Venevisión, donde trabajaba como pasante, y la convirtió en estrella. A Maite Delgado la quiso poner a protagonizar “Cara Sucia”, pero ella le manifestó que no se sentía preparada para semejante responsabilidad. Sonya Smith hacía papelitos en las novelas de Rctv y él se las robó y la llevó a Venevisión para estelarizar “Cara Sucia” y mira el suceso que resultó. Tenía un ojo impresionante.

-En cuanto a Catherine Fulop, literalmente terminó el Miss Venezuela, por decirte hoy, y dos días después estaba en Radio Caracas haciendo casting. La puso a hacer un personaje muy pequeñito en “Roberta” y a las dos semanas la sacó de esa telenovela y la puso a protagonizar “Mi amada Beatriz”.

-¿Y cuáles galanes descubrió?

-Con Fernando Carrillo sucedió exactamente igual y lo mismo con Miguel Alcántara y con casi todos sus protagonistas masculinos.

-¿Cómo eran esos castings?

-Los días jueves hacía pruebas en su oficina. Ahí siempre estaba Elba Sánchez, su secretaria, y montones de veces estaba yo. Porque terminaba de escribir el capítulo y me iba al casting porque él me invitaba, al igual que al director Marcos Reyes Andrade. Era una oficina muy pequeñita, adonde acudían todos esos muchachos y muchachas, y a medida que iban terminando él le decía a Elba qué puntuación ponerle detrás de las fotos de cada uno. Decía cosas como: “Este para personajito de paso”, por decir enfermera o algo así. O “Este tiene´ futuro, hay que ponerlo a protagonizar dentro de un par de novelas”. O “Esta muchacha está lista para ser la hermana de la protagonista”. Y generalmente no se pelaba. 

-¿Crees que como jefe de dramáticos fue un caso único?

-Sin desmeritar a los demás, porque todos tienen sus logros y sus éxitos, creo que era insuperable. 

“Arquímedes sintió que lo apartaron”

-¿Cómo fueron sus últimos años?

-Si te soy sincero, él se sintió apartado. Porque se cerró esa fábrica de telenovelas en Venevisión Productions de Miami y no volvió a trabajar. Tenía muchas ganas de estar activo, de seguir haciendo cosas. Ya no estaba en lo que quería, que era ese trajín de ir todos los días al canal, de escoger elenco, de hacer pruebas, de ver escenas. Hablo de su parte profesional, porque en lo personal lo dedicó a su familia, a su esposa y a sus hijos. Pero le dolió no estar activo.

-¿No volvieron a llamarlo?

-Lamentablemente no. También la televisión cambió. Entró mucho productor nuevo, con otras ideas, se puso como de moda toda esta cosa de las narcoseries, cambió la manera de ver la televisión. Entonces empezaron a surgir protagonistas que eran asesinas, prostitutas, jefas de carteles. Hubo un vuelco y lo veían como el que había inspirado la telenovela rosa y ya por eso no lo llamaban. 

-A eso habrá contribuido también la situación de Venezuela…

-Así es. La industria de la telenovela venezolana, si yo antes decía que estaba en terapia intensiva, ahora, con dolor, digo que murió. Ya Venezuela dejó de ser la potencia que era.

-¿Qué dices del tándem Arquímedes Rivero-Delia Fiallo?

-Ellos eran muy amigos. De hecho, quien se la lleva a Radio Caracas Televisión es él. Siempre habló maravillas de ella. Estuvimos en su casa de Miami muchas veces. Sentían mutua admiración el uno por el otro.

Todo por el rating

-¿Qué pierde la televisión con la muerte de Arquímedes Rivero?

-Pierde a un hombre visionario, que sabía ver, descubrir, olfatear más allá de lo obvio. Perdió a un señor que sabía manejar el rating de arriba a abajo, llegó a tener el poder de lograr acaparar la sintonía para el canal donde estuviera.

-A mí nunca se me va a olvidar un caso insólito con la famosa “Marimar” de México. Fue una telenovela que empezó a las dos de la tarde en Venezuela y resultó tan bárbaro el rating que tuvo, que cada vez que fallaba un horario en Venevisión, o si Radio Caracas iba a lanzar un estreno, bien fuese una película u otra novela, Arquímedes movía “Marimar” a cualquier horario y lo anunciaban con el generador de caracteres a lo largo de la programación. “Marimar” se paseó por todos los horarios de Venevisión y siempre con un rating bárbaro. 

-Y era él quien decía: “Esta noche va la telenovela a otro horario” y nosotros le comentábamos que el público no la iba a poder seguir porque eran demasiados cambios de horario. “No mijo, el público está enganchado con la historia y la va a seguir viendo”. Y tenía razón: donde la ponían, en cualquier horario, arrasaba. Arquímedes tenía un profundo conocimiento del negocio, sabía lo que tenía entre manos.

Heroínas de pelo largo y aleonado

El siempre decía que toda telenovela tenía que ser protagonizada por una mujer bella, hasta que salió “Betty la fea” y le echaban broma por eso…

-(Risas). Bueno, “Betty la fea” en realidad no era tan fea, porque al final se vuelve bonita. El siempre decía que el público agradecía ver gente bella en pantalla. Y otra cosa en la que insistía mucho era que la protagonista tuviera el pelo largo, porque las que tenían el cabello corto no funcionaban. Debían tenerlo largo y aleonado, insistía mucho en eso. Y todo le funcionaba.

-El día que se escriba la historia de la televisión venezolana, el de Arquímedes Rivero será, no solamente un capítulo estelar, sino también el más importante. No lo estoy diciendo por halagarlo ni porque haya fallecido, sino porque es verdad. No hizo telenovelas de ruptura, pero de sus manos salieron esos dramáticos que le dieron la vuelta al mundo, como “Cristal”, “Abigaíl”, “Topacio”, todo eso salió de su escritorio.

-¿Esa diferenciación entre telenovela de ruptura y telenovela rosa, no juega a favor de estas últimas, que son las que prevalecen en el mercado internacional?

-Arquímedes fue muy criticado, pero la fórmula le funcionó y ante eso no hay objeción que valga. Por eso fue gerente durante tantos años. Escogía su telenovela, o la discutía conmigo, y seleccionaba además el elenco. Y nadie se metía en eso. El decía que la protagonista era Catherine Fulop, junto con Jean Carlo Simancas, en “Mundo de fieras” y no opinaba nadie más. Era omnipotente en su área. Y además no se equivocaba.

-¿Cuál fue la enseñanza más importante que recibiste de él?

-Que hay que darle al público lo que quiere ver. Siempre decía: los que hacemos televisión no podemos hacer lo que nos gusta a nosotros, tenemos que hacer lo que le gusta al público. Y tenía razón.

Coromoto Rivero: “No superó la muerte de mi mamá”

Arquímedes Rivero tuvo cinco hijos en su matrimonio con Mariluz de Rivero, fallecida el año pasado, víctima del covid, cuyo primer aniversario de su fallecimiento se cumplió exactamente el pasado 1 de diciembre, un día antes del deceso del reconocido hombre de TV. Uno de sus hijos, Coromoto Rivero, dice que su padre nunca superó la muerte de su esposa. 

-Mi papá no estaba enfermo, no le dio un infarto ni sufría de nada. Tenía una salud de roble. Cuando se murió fue porque su respiración se apagó poquito a poco hasta que expiró. A veces se olvidaba de las cosas y anímicamente estaba muy deprimido por la muerte de mi mamá. En octubre le dio una infección de orina y no se pudo levantar más de la cama. Ya el no pararse de la cama lo acabó. Le dio una depresión, pues mi papá estaba acostumbrado a caminar. Caminaba mucho y le gustaba salir al sol, pero ya no pudo seguir haciéndolo.

-En estos días, como él sabía que mi mamá ya iba a cumplir un año de fallecida, estaba muy decaído. El lunes 29 cerró sus ojos, no quería comer ni tomar agua y estaba respirando con oxígeno. Así estuvo hasta el jueves 2 de diciembre, a las 6:15 de la mañana, cuando murió, a la misma hora en que falleció mi mamá. Ambos murieron en su casa.

Heredera de una pasión

Coromoto ha sido la única hija de Arquímedes Rivero en heredar la afición de su padre por las telenovelas, aunque ella se inclinó, primero por la actuación y luego por escribirlas más que de producirlas.

-¿Cómo fueron tus primeras incursiones como actriz y escritora?

-Desde pequeña siempre iba con mi mamá a verlo trabajar en las radionovelas  de Radio Rumbos y lo observábamos a través del vidrio del estudio, luego me metía y lo veía compartiendo con Rosita Vásquez y el resto de sus compañeros. Ahí empecé a interpretar, de niña, mis primeros personajes. Recuerdo que me puso en “El burrito sabanero”, en el espacio de “La vida de las canciones”. Así me fue dando personajes. Hice muchas radionovelas con él ahí, de niña. Después me puso en varias novelas de televisión. Luego lo dejé porque comencé a estudiar derecho en la Universidad Santa María.

-En 1999 presenté mi último examen y me fui a Miami a reunirme con mi papá y mi mamá, que ya se habían ido. Y ahí fue donde comencé a escribir en las novelas de Fonovideo. Nunca había escrito y esa experiencia me encantó. Trabajé con Alberto Gómez y con Mariela Romero. Con Alberto Gómez escribí muchas como dialoguista, entre ellas “Gata salvaje”, “Secretos de amor”, “Rebeca”, “Amor comprado”, numerosas producciones dramáticas de Fonovideo y después en Venevisión Productions.

-¿Cómo evalúas esa experiencia? 

-Fue una experiencia hermosa. A mí me encanta escribir. Mi papá me aconsejaba y chequeaba todo. Siempre estaba detrás con sus consejos y sus enseñanzas. Resultó algo maravilloso. La de mi padre ha sido una pérdida irreparable. 

-¿No has vuelto a escribir?

-Desde que cerraron Venevision Productions en 2014, no volví a escribir. Ahora trabajo en Real Estate, vendiendo casas, comprándolas y también en alquiler. Me dedico a ello con la esperanza de volver a escribir algún día, si se reactiva la producción de telenovelas.

Coromoto da a conocer que el servicio fúnebre de Arquímedes Rivero será este domingo y el lunes va a ser el sepelio.

-Lo enterraremos en el mismo lugar donde está mi mamá.  

José Simón Escalona: La telenovela venezolana le debe mucho

“Arquímedes fue más que un maestro. Un guía y ejemplo. Recuerdo sus anécdotas, sus consejos y en especial su ética sobre la telenovela y la televisión abierta. Enemigo del mal gusto, de los diálogos oscuros y acucioso en cuanto a la construcción de los personajes.

Cuando escribía “Sirena”, en sus palabras mi mejor telenovela como escritor, me advirtió varias veces sobre muchos excesos. Como escritor siempre soy exagerado en las acciones y retórico en las reflexiones. La búsqueda de equilibrio en ese sentido era su preocupación. Me dijo que esa novela tenía que cuidarla. Aún en estos últimos años me solicitó una nueva versión. Es una deuda a su memoria.

En lo personal, visitarlo cada vez que viajé a Miami en estos últimos años, era un enorme placer. Cuando aún conducía me paseaba por todo Miami y me contaba de los inicios de la ciudad. Era un hombre con una memoria privilegiada. Culto, educado y su gentil amabilidad de eterno galán.

La Televisión le debe mucho y en especial la telenovela venezolana. Lo extrañaré siempre. Paz a su alma”.

Leonardo Padrón: De cordiales adversarios a trabajar en conjunto

“Nadie podrá cuestionar, ni por un segundo, la importancia que tuvo Arquímedes Rivero en el crecimiento y desarrollo de la industria de la telenovela en Venezuela. Fue -sin duda- uno de los artífices de la telenovela venezolana. Su nombre está detrás de muchos de los grandes éxitos nacionales que arrasaron en sintonía y viajaron por el mundo entero. Nadie como él para descifrar los resortes ocultos del melodrama latinoamericano. Tenía un ojo extraordinario para detectar futuras estrellas, configurar parejas de gran química y en general para armar elencos muy sólidos. 

Recuerdo que cuando entré a trabajar en Venevisión y lo conocí, supe de inmediato que estábamos en aceras opuestas, él era un defensor a ultranza de la novela rosa y yo siempre he escrito historias donde apuesto por argumentos con temáticas realistas, conectadas con la piel del país, llenas de cotidianidad y buscando escapar de los clichés del género. Al principio fuimos cordiales adversarios dentro del mismo canal, pero luego la sensatez nos hizo aunar fuerzas y trabajar en conjunto para el éxito de los proyectos. Así nos fuimos convirtiendo en muy buenos amigos, terminamos teniéndonos mucho cariño y admiración mutua.  

Su oficina era especial, un lugar único dentro de Venevisión, con las paredes tapizadas por completo con fotos de decenas y decenas de actores. Allí se concibieron muchas de las historias que hipnotizaron a millones de televidentes. El melodrama latinoamericano le debe mucho a Arquímedes Rivero”.

Cronología de una vida

-Arquímedes Rivero nace el 30 de abril de 1930, en Pinar del Río, Cuba.

-De padre militar y madre ama de casa.

-Desde pequeño sintió la inquietud de pertenecer al mundo artístico.

-Ya a los 14 años era locutor.

-En La Habana trabajó en radionovelas, alternando entre roles de reparto y protagónicos.

-Trabajó en varias películas del cine cubano de la época.

-En la década de los 50 abandona su natal Cuba y arriba a Centroamérica, a países como Nicaragua y Panamá. Luego llega a Venezuela en 1954, donde entró a trabajar en Radio Caracas Televisión como actor.

-En 1955 habla con Felipe Serrano, el dueño de Radio Rumbos. Le promete llevar a la emisora al primer lugar con una programación de 30 radionovelas diarias. Allí produjo títulos como “La usurpadora”, “La virgen de los cerros”, “La más fea”, “El hombre que se reía del amor”, “El color de mi madre” y “El noveno mandamiento”. 

-También protagonizó series de aventuras, como “Martín Valiente”, en la cual encarnó el rol protagónico, que lo haría muy popular.

-De la radio da el gran salto a la televisión y bajo su gerencia, primero en Rctv, se hacen títulos que cautivaron al mundo, como “Abigaíl”, “Topacio”, “Cristal” y “Leonela”, todas de un éxito arrollador dentro y fuera de Venezuela. Luego, en Venevisión, haría “Paraíso”, “Pasionaria”, “”María Celeste, “Mundo de fieras”, “Morena clara”, “Cara Sucia”, “Como tú ninguna”, “Peligrosa”, “Macarena” y “Adorable Mónica”, entre otros títulos.

-Lanza al estrellato a Catherine Fulop, Fernando Carrillo, Sonya Smith, Rosalinda Serfaty y Miguel Alcántara, entre muchos otros,

 -En 1998 llega a Miami donde, como productor de la empresa Fonovideo, de Cisneros Media, nacen las telenovelas “La mujer de mi vida”, “Enamorada”, “La revancha”, “Secreto de amor”, “Gata salvaje”, “Rebeca” y “Ángel rebelde”.

-Venevisión decide expandir mucho más sus horizontes y crea en 2008, en Miami, Venevisión Productions. En esta nueva etapa, Rivero une en elencos multilaterales, nombres de actores y actrices de todas las nacionalidades. Con esta modalidad, surgen títulos como “Soñar no cuesta nada”, “Olvidarte jamás”, “Mi vida eres tú”, “Acorralada”, “Amor comprado”, “Valeria”, “Alma indomable”, “Pecadora” y “Sacrificio de mujer”.

-Al cerrar Venevisión Productions en 2015, cesa su actividad como productor al dejar de hacerse telenovelas en Miami. 

Fuente: Homenaje a Arquímedes Rivero Nostalgia TV 


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