Comenzó la carrera en la oposición para elegir en unas primarias al candidato a la presidencia

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Aunque en redes sociales del mundo opositor no todos ven con agrado hablar de las presidenciales de 2024, en los movimientos políticos la carrera por la candidatura presidencial comenzó. Los posibles participantes muestran sus estrategias.

Comenzó la carrera en la oposición para elegir en unas primarias al candidato a la presidencia

Guaidó con la calle y Salvemos a Venezuela, AD habló de Ramos Allup como posible precandidato, Guanipa planteó que cada partido escoja al suyo, De Grazia propuso primarias para este año, Eduardo Fernández habló de las “credenciales que debe tener alguien que quiera gobernar”, y Vente sugirió algo como una “rebelión de las bases” para que no “impongan candidatos”.
Que los aspirantes muestren que quieren ser candidatos no necesariamente es negativo, aunque falten más de dos años para esa elección. Sí debería hablarse sobre cuál será el encuadre de la candidatura de la oposición. El gobierno tiene claro su encuadre: la estabilidad nacional ¿Pero la oposición? ¿Romper con el sistema o cambiarlo con sus reglas? Este será el clivaje para debatir la candidatura de la oposición. Por eso los participantes se adelantan. Quieren asegurar el terreno retórico y político. Mientras más temprano se trabajen las “instituciones para la candidatura”, más posibilidades hay de tener un candidato unitario para 2024

Aunque no oficialmente, en la oposición todo se mueve hacia las presidenciales de 2024. Incluso, de quienes dicen que “no se puede esperar” a esa fecha. La “muerte prematura” del revocatorio y que la oposición no tiene ningún “leverage” político ante el gobierno, fueron las señales para que los movimientos se concentren en las presidenciales, cada grupo con su estrategia y su discurso. Sin decirlo, todo se orienta a 2024.

Tampoco la oposición tiene muchas opciones. La calle no prende. La convocatoria del día 12-2-22 tuvo una asistencia muy modesta. La oposición Guaidó llamó nuevamente a las calles el día 19-2-22 en un formato tipo “asambleas de vecinos” en los municipios para ver si se repite la calle previa al 23 de enero de 2019. La respuesta, también, fue tímida. De acuerdo al portal Contrapunto, con información de Guaidó, se realizaron 57 “encuentros municipales” el 19. Menos de la mitad de los municipios que la oposición ganó en 2021. Incluso, en redes sociales, la actividad del 19 tuvo menos fuerza que la del 12 de febrero. Pocos la notaron.

Tampoco hay claridad en si se debe participar o no en el proceso para escoger a los magistrados del TSJ, al inspector de tribunales y al director de la escuela de la magistratura. El proceso de postulaciones se corrió, otra vez, para el día 21-2-22. Los dos últimos cargos ahora los designará la AN en virtud de la reforma de la ley del TSJ.

El día 7-2-22 Aveledo escribió un tuit en el que consideró que la sociedad debe participar como lo hizo cuando se seleccionó al CNE en mayo de 2021. Al rato, Freddy Guevara le respondió “con el debido respeto”, pero que es un error hacerlo porque será reconocer “al régimen”. Me ubico en la posición de Aveledo.

Que se haya prorrogado dos veces el lapso para postular aspirantes sugiere que, o no hay tal cantidad de postulados como dice la AN o se extiende el lapso para ver si la sociedad no gobierno participa como fue en 2021 con el CNE.

Para ver si tiene algo de maniobra política, el interinato se focaliza en el tema de lograr “elecciones libres”, por lo que privilegia la mesa en México para negociar las condiciones de unas presidenciales con la amenaza que, si el gobierno no acepta, vendrán nuevas sanciones. Pero igualmente no hay mucho “leverage político” en esta oferta, aún con la revelación de AP que Alex Saab es confidente de la DEA desde 2018 y la libertad de Andrade. Este “garrote y zanahoria” no se ve muy promisorio a pesar de la euforia de opositores en redes sociales cuando se informaron los dos hechos.

El destinatario de estos “incentivos” es el gobierno, pero éste se toma su tiempo. Se percibe estable en el poder y no tiene prisa para regresar a México. En la rueda de prensa del PSUV del día 7-2-22 a Cabello le preguntaron acerca de México y respondió que “alguien busca oxígeno” -sin mencionarlo, se refirió a la oposición Guaidó- y agregó que las presidenciales serán en 2024, “el que quiera participar, participe; el que no quiera, que no participe”, indicó.

La oposición no tiene palancas políticas. Lo que hace o deje de hacer no influye en la realidad política. Guste o no, salvo que la estrategia sea “esperar” al “quiebre de la coalición dominante” ayer con la CPI, hoy otra vez con Alex Saab, mañana nuevamente con la CPI, a la oposición también le queda aprovechar los 3 años hasta 2024 y prepararse para esa fecha, preferentemente con niveles de unidad, porque las presidenciales dan palanca política.

Los que quieren participar -y por lo visto, los que tampoco desean- olfatean que al final todo tributará en 2024 y desde ya buscan posiciones en el terreno político. Países también observan esta realidad. El día 16-2-22 los EUA, la UE, y 19 países firmaron un comunicado en donde dejaron ver que hay que lograr elecciones menos desiguales para 2024 y respaldaron a una “oposición diversa, inclusiva, y en unidad”. Interesante esto último porque el comunicado no habló del gobierno interino, tampoco de la AN elegida en 2015, sino reconoció una diversidad dentro de la oposición que aspira se una para 2024 “a más tardar”.

Cada grupo presenta sus estrategias de cara a las presidenciales. De Grazia propuso unas primarias para los “que están adentro y los que están afuera”, aunque no queda claro si “lo de afuera” son candidato y votantes. Chile tuvo un candidato que no visitó al país durante las primarias y en la primera vuelta llegó de tercero luego de Kast y Boric. Lo que sugiere De Grazia abre la puerta a que, por ejemplo ¿Leopoldo López puede postularse como candidato para la posible primaria aunque no esté en Venezuela?

Si es con los venezolanos que están afuera ¿Cómo y quién los organizará? Lo que se desprende de la propuesta de De Grazia es que los venezolanos en el exterior seguramente demandarán participar en las primarias.

Por su parte, Guanipa formuló que cada partido debe escoger a su candidato y, luego, medirse en una primaria. Eduardo Fernández reiteró su tesis que para ser presidente hay que tener una formación. Cualquiera no puede ser mandatario, de acuerdo a “El Tigre”.

El día 14-2-22 Carlos Prosperi aseguró que AD pronto anunciará su precandidato y que hay que trabajar en una coalición política de la oposición. AD luce que quiere liderar el tema de las primarias y se adelanta con un precandidato, de manera que, si hay el anuncio formal por parte del partido, la discusión esté polarizada por el candidato de AD. Todos los demás movimientos deberán fijar posición, como pasó cuando Zambrano propuso la precandidatura de Ramos Allup. Los grupos políticos fijaron posición. Incluso Vente.

Tomar la iniciativa para AD puede ser una especie de “cobrar por algo en el pasado”. Una opinión expresó que a AD le fue arrebatada la opción presidencial para 2018. La tesis de la excanciller de Colombia, María Angela Holguín, en sus memorias apunta a esta dirección. Para la diplomática las negociaciones en República Dominicana de 2017 fracasaron en parte porque los partidos no querían que el candidato fuese de AD, concretamente Ramos Allup. Optaron por sacrificar un acuerdo político con el gobierno para evitar la candidatura del dirigente de AD para las elecciones presidenciales de 2018.

Es probable que AD no quiera repetir la experiencia de 2017 y se adelanta con su anuncio. Considera que tiene “con qué” dentro de la oposición, y esta vez no juega tras bastidores sino sale al frente para evitar que le suceda algo similar a lo ocurrido en 2017, y le quiten lo que considera su derecho: un candidato presidencial propio, que no lo tiene desde 1993. Es decir, desde hace 30 años AD no tiene un aspirante de sus filas.

La medida de la estrategia de AD será cuando anuncie su precandidato. Lo que hoy parece claro es que AD no quiere ser un participante silente o que solo deba apoyar decisiones tomadas en otros partidos –como parece es su experiencia con el interinato- solo para que no digan que los blancos rompen la unidad y sean cuestionados en redes sociales.

El interinato promovió un movimiento llamado Salvemos a Venezuela –que es un eco del Frente Amplio creado en 2018, pero que no cuajó- y la agenda “de 4 puntos” que reitera iniciativas prometidas en otros momentos.

En la marcha del 12 no hubo presencia visible de AD, PJ, y UNT. En el acto del 19 tampoco se dejaron ver. Se confirma que el interinato perdió apoyo en el G4 y que sus respaldos están en movimientos como VP, Convergencia, Encuentro Ciudadano, y La Causa R, pero no de los partidos importantes del G4.

Periodistas que asistieron a una rueda de prensa de Guaidó el día 15-2-22, le preguntaron al dirigente de VP acerca de estas ausencias y ofreció respuestas no muy convincentes para los comunicadores.

Aunque ya había participado en actividades del interinato, destacó la presencia de Rodrigo Cabezas con Guaidó en la marcha del día 12-2-22. Por lo visto últimamente, éste construye una nueva base de apoyos políticos que no tiene su centro en el G4 sino con partidos pequeños de la oposición y se suman figuras del “chavismo disidente”. Guaidó redefine sus alianzas políticas que son más variopintas justamente para tener mayor fuerza como sector de la oposición.

Cabezas puede ser más una imagen para afuera -hacia una izquierda no autoritaria tipo Boric en Chile- que hacia adentro. No debe decirle mucho al chavismo militante. Posiblemente algo al chavismo que se fue. Pero su fuerte puede ser más hacia el exterior. Cabezas no es una persona con carisma y cuando fue ministro durante Chávez no se le recuerda por alguna realización de peso que no sea haber sido promotor para cambiar el cono monetario del bolívar al “bolívar fuerte”.

El interinato está en un proceso de reorganización política en una lógica Caldera 1993 con “el chiripero”. Los partidos grandes como PJ, UNT, y hoy claramente AD marcaron distancia de Guaidó y del interinato, y esta estructura redefine sus alianzas hacia los partidos pequeños a los que también conviene mantenerse en el interinato. Adentro, son “alguien”, tienen presencia y voz. Si se van, serán partidos pequeños que tal vez no puedan tener eco en alguna rueda de prensa o en medios. Estar en el interinato les garantiza visibilidad y posiblemente recursos del presupuesto del “GI” para que sus jefes, cuadros, militancia, y cercanos puedan vivir.

Para cierto chavismo disidente estar en el interinato también garantiza una identidad y fuerza política en medios, que en solitario no tiene o solo las declaraciones de las “personalidades” de la disidencia chavista.

El gobierno interino posiblemente muta de ser “un gobierno” a ser una plataforma política. El “Convergencia” de hoy es el movimiento Salvemos a Venezuela. Irónicamente o simbólicamente, las banderas de partidos que se vieron en la marcha de Guaidó del 12 no fueron las tradicionales de los partidos del G4 sino las de Convergencia. La metáfora es que la presencia del movimiento de Caldera de 1993 comunica a un interinato que se reconfigura en lo político y puede ser la plataforma para captar a los movimientos que, en solitario, no tienen ni tendrán fuerza política.

En un video del día 13-2-22 para promocionar al movimiento, Biaggio Pilleri expresó “hoy aquí está la nueva vanguardia de la oposición venezolana”. Pilleri es de Convergencia. No habló de “una” vanguardia sino “la nueva vanguardia”. “La” vanguardia que es la de Salvemos a Venezuela.

El interinato es un sector más de la oposición, pero ya no el sector que tiene legitimidad para representar a la oposición en su conjunto. Tal vez por esto uno de los 4 puntos de la agenda que mostró Guaidó, es el tema de validar a los liderazgos internos de la oposición. Quizás a lo que se avance sea a la medición de la hegemonía, a través de una primaria para las presidenciales de 2024 o se acoja algo de la tesis de Vente: una primaria para medir los liderazgos políticos dentro del mundo opositor.

Si bien hay mucho “deja vú” en estas iniciativas de la oposición, todo apunta o avanza al asunto de las presidenciales y a unas primarias.

La novedad es que, sin acuerdos previos, todos los grupos convergen en plantear las primarias para medir la hegemonía de las fuerzas dentro de la oposición, simbolizado por el candidato que gane en esa prevista primaria. La competencia por la elección presidencial dentro de la oposición arrancó, aunque no se quiera reconocer o se diga que hay asuntos más importantes que una elección presidencial para dentro de tres años.

¿Cómo se dará la medición de la hegemonía dentro de la oposición? Me luce que el clivaje será “el tipo de candidato” a seleccionar en las eventuales primarias. El debate dentro de la oposición será entre “rupturistas” y “ganar con las reglas del sistema” pero con forma de candidato presidencial. El “mismo musiú pero con diferente cachimbo”. Esta inferencia la hago a partir de un comunicado de Voluntad Popular con fecha 25-1-22. El partido naranja anunció que va “a la legitimación interna” de sus autoridades, estructuras, y programa.

Lo interesante de la nota de prensa es que más que “legitimar autoridades” dentro del partido, lo que se busca es adelantarse a esta discusión ¿Cuál candidato, estrategia, y programa con más posibilidades de ganarle al PSUV en 2024? ¿Un candidato que desafíe abiertamente al sistema político chavista o uno que no lo haga? pero que ofrezca un modelo distinto, que apele más a la conciencia del elector para cambiar de gobierno que al desafío al ejecutivo como señal que no le tiene miedo.

La gran pregunta estratégica para la oposición es ¿cómo se construirá la opción presidencial opositora para 2024? ¿Cómo será su “framing”? El del gobierno parece dibujarse: “una candidatura que resiste al bloqueo imperial para garantizar la estabilidad política, que va a permitir la prosperidad familiar y nacional”. La estabilidad siempre ha sido un mensaje del chavismo. La diferencia para 2024 -ceteris paribus- es que la estabilidad será algo real, concreto, que hay que mantener. Es una estabilidad unilateral pero la oferta del gobierno será, “es estabilidad”.

En la rueda de prensa del PSUV del día 7-2-22 Cabello afirmó que no hay elecciones hasta dentro de 3 años, y que el chavismo aprovechará el tiempo para “mejorar lo que haya que mejorar”. Si es algo firme o reciclar cosas del pasado, el tiempo lo dirá. También el gobierno tiene una entropía pero ahora quiere salir de ella. Si puede o no es otra discusión, pero es su meta ¿Y cuál será el posicionamiento de la oposición? A lo mejor en 2024 la gente vota por la estabilidad y no por la alternancia, aunque la estabilidad sea “chucuta” o una estabilidad en un marco autoritario.

El que gana una elección es el que tiene la mejor capacidad para captar antes de la campaña y los comicios el espíritu de los tiempos. El Zeitgeist de un momento determinado. Para nuestro caso, el de Venezuela para 2024. Ese es el secreto de una campaña electoral victoriosa. Una elección se gana antes. Pueden entrar los imponderables o la Fortuna, pero captar el momento es lo decisivo. La oposición tiene que ser más hábil y con mejor olfato que el gobierno para interpretar ese tiempo y ganar las presidenciales de 2024.

Tan relevante, entonces, será la forma cómo se seleccione al candidato como el encuadre de la candidatura opositora.

En el comunicado del día 25-1-22 VP se adelantó a esta importante pero que todavía no se da, discusión. El partido definió su “con quién estamos y contra quién estamos”. Leopoldo López manifestó que “el que no quiera salir de Maduro, no puede estar en VP; si quiere construir y alcanzar la libertad, bienvenido a VP”. Emilio Graterón dijo, por su parte, “para dar ejemplo comenzamos por casa con un proceso de revisión y relegitimación(…)nos distanciamos de posiciones entreguistas de otras organizaciones”, que no mencionó cuáles. VP olfatea lo que ya se ve. Que el clivaje será entre candidatos rupturistas y candidatos que asumen que si ganan en 2024, pueden hacer una transición con las reglas del sistema autoritario.

VP persigue mantener su atractivo político de ser los “anti sistema” frente a otros que no es que no lo sean, pero seguramente no enarbolarán la tesis de la “presión y el quiebre” para una elección en 2024. En las regionales y municipales de 2021 esta tesis no funcionó.

En el debate de la oposición en redes sociales, varios plantean que es muy pronto para hablar de elecciones y de candidatos. Pienso que es cierto si antes no se conversa de las “instituciones para escoger al candidato”. Casi 3 años -si se asume que las presidenciales serán en diciembre de 2024- es bastante tiempo para hablar solo de candidatos. Pero si se dialoga sobre cómo será esa escogencia y, lo más importante, cuál será el encuadre de esa futura candidatura para la Venezuela de 2024, no es mucho tiempo.

Aunque la oposición se acostumbró a una relativa “coordinación estratégica informal y muy puntual”, no es capaz de establecer relaciones más duraderas y estratégicas -a diferencia de Puntofijo, en el que los adversarios lograron definir instituciones para la pugnacidad, y se veían cara a cara con frecuencia- si bien al final opera algo como acuerdos tácitos, y los peores escenarios no se concretan. Así sucedió en Barinas durante las elecciones del día 9-1-22. A lo mejor la oposición no requiere tanta formalidad para definir algún tipo de coordinación. La construye en los hechos. Simplemente llegan a unirse por el peso de la realidad política. Pero no hay que confiarse que esto siempre funcionará. Barinas es la excepción, no la regla. Esta fueron las regionales de noviembre de 2021. La oposición dejó de ganar por estar separada. Si se puede, entonces, formalizar algún tipo de conversación para el tema de 2024, mucho mejor.

Sin que sea oficial, dentro de la oposición comenzó la competencia para la candidatura presidencial de 2024. Nadie “espera” a esa fecha. Más bien, la adelantan. Si es así, sería útil dibujar las reglas para una opción con capacidad de ganar en 2024 -lo que tampoco es seguro y hoy no lo es- que apenas será el primer paso porque, de ganar la oposición, gobernar en la Venezuela a partir de enero de 2025 ya es otra cosa.


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