Educación a distancia deja a su paso una generación de escolares excluidos

Después de casi tres períodos escolares, poco a poco se ha ido revelando una mayoría de niños y adolescentes sin ningún seguimiento o atención dentro del sistema educativo y, más que a distancia, han quedado distanciados

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No hay condiciones de infraestructura. La situación laboral de los docentes es insostenible. El virus no está controlado y los contagios se expanden. El plan de vacunación ni siquiera se acerca a la mitad de la meta de población inmunizada que había prometido el gobierno para esta fecha. 

Educación a distancia deja a su paso una generación de escolares excluidos

El diagnóstico de la precaria situación del sistema escolar venezolano suma más contras que pros cuando se pone en agenda el regreso a clases presenciales.

Aunque la educación a distancia sirvió como medida estándar para evitar la propagación del coronavirus, durante estos 18 meses —dos años escolares completos y un tercio de otro— se fueron profundizando diferencias entre los estudiantes, pues no todos los escolares, docentes ni hogares cuentan con el apoyo ni los recursos para realizar el acompañamiento que se les exige.

Los monitoreos hechos por ONG, diagnósticos, encuestas y reportes en comunidades escolares revelan que la falta de dispositivos tecnológicos o de conectividad se acentúa en los de menos recursos; que las madres y adultos del hogar no están en capacidad de hacer seguimiento ni de impartir la instrucción que se requiere, que los niños en edades tempranas están perdiendo habilidades de socialización y autonomía, y que en el transcurso de este año y medio se dio lugar a una brecha entre niños, niñas y adolescentes que se está haciendo difícil de salvar. 

¿Volver o no volver? Maestras, profesores, directivos, madres, especialistas y estudiantes expresan por qué la presencialidad es un asunto que debe verse más allá de la pandemia.

«Los de menos recursos: desconectados y aislados». Encovi 2021

La Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) de 2021, presentada este 29 de septiembre en la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab), enfatiza que:

«la escuela existe porque es el espacio adecuado para el desarrollo de los aprendizajes, con personal profesional y dotación de recursos que frecuentemente están ausentes en muchos hogares». 

Encovi pudo determinar que la disponibilidad de computadoras y tablets está limitada según la condición de pobreza. La dotación de estos equipos en los hogares ronda 24% (computadoras) y 8% (tablets o dispositivos similares). Lo más común es contar con un único celular en casa que cuenta con conexión a internet limitada y los hay en 78% de los hogares con menos recursos.

Educación a distancia

Una situación que empeora en entornos rurales como lo muestran datos obtenidos en la Encuesta Socioeconómica y de Pobreza Menstrual 2021, realizada por la ong Acción por Venezuela a través del Observatorio de la Mujer Rural en el cual entrevistaron a 419 mujeres entre 15 y 50 años que viven en la zona rural de Turgua, municipio El Hatillo, estado Miranda. Los resultados revelan que 45% de las mujeres encuestadas alcanzó algún nivel de educación secundaria y 42% solo terminó la primaria. Al cruzar estos datos con las condiciones de sus hogares, en los que hay un promedio de 2-3 hijos, se encuentra que 96% de estas viviendas no tiene internet y en 81% ni siquiera tienen computadora o algún dispositivo electrónico.   

Anitza Freitez, geógrafa y experta en estudios de población, detalla que volver a las clases presenciales es esencial porque las madres, que asumieron el reemplazo educativo en 78% de los hogares, «no están capacitadas para enseñar a leer y escribir y enseñar todas las destrezas que se requieren para afinar los aspectos cognitivos, de motricidad y socialización». 

«Rompe la reproducción de la pobreza». Luis Pedro España, sociólogo

El investigador explica que con la «desaparición de las escuelas por 18 meses» en los hogares se pasó a un proceso de reproducción social. Detalla que la escuela es la que rompe con la reproducción de la pobreza y si no se logra, «esto hará que la próxima generación de hijos de obreros también sean obreros, porque los niños que se quedaron en casa lo máximo que van a aprender es lo que sabe su mamá», por lo que enfatiza que «es fundamental que los niños y jóvenes vuelvan a las escuelas». Agrega que no asistir a los centros educativos afecta el bienestar, la seguridad y el desarrollo de los niños y adolescentes, pues en las escuelas no solo reciben educación sino que juegan, socializan y hacen amigos. 

Luis Pedro España Encovi

«La escuela no tiene mayor riesgo de contagio que otros espacios». Unicef

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) sostiene que según la evidencia científica que han recolectado, «si se cumplen las medidas básicas de prevención contra contagios por covid-19, los niños en las escuelas no tienen mayores riesgos de contagios que estando en otro sitio»

«Durante los últimos 18 meses, la mayoría de los niños, niñas y adolescentes de América Latina y el Caribe no han visto a sus profesores o amigos fuera de una pantalla. Los que no tienen Internet, directamente no los han visto», dijo Jean Gough, directora regional de Unicef para América Latina y el Caribe. «La educación virtual debe continuar y mejorar, pero está claro que durante la pandemia las familias más marginadas no han tenido acceso al aprendizaje. Cada día fuera de las aulas acerca a los niños, niñas y adolescentes más vulnerables a la deserción escolar, la violencia de las pandillas, el abuso o la trata de personas».

Unicef apunta que durante la pandemia, América Latina y el Caribe ha tenido más tiempo de cierre ininterrumpido de escuelas que cualquier otra región del mundo. «Se ha perdido una media de 153 días de clase presencial desde que inició la pandemia. El cierre generalizado de escuelas ha causado la mayor interrupción del aprendizaje en la historia moderna de la región».

Para muchas comunidades populares urbanas y rurales, la escuela es un espacio para la detección, atención y prevención de niños, niñas y adolescentes que conviven en entornos y son víctimas de violencia. Sin contar que en muchas ocasiones, es el único lugar seguro que les provee aunque sea una comida al día.

«Aprenden a relacionarse y a ser autónomos». Josleimar Celis, maestra de preescolar

La maestra Josleimar Celis explica que las clases presenciales son indispensables porque los niños más pequeños aprenden a socializar, lo que también los lleva a adquirir nuevos hábitos.

«Aprenden a relacionarse con otros adultos y niños, a desenvolverse fuera del ámbito familiar y a ser autónomos», agrega la maestra Celis. 

Comenta que el espacio escolar es fundamental porque los niños hacen amigos, crean lazos afectivos, expresan sus sentimientos; además de obtener los conocimientos cognitivos, desarrollar habilidades físicas y sociales.

«Entraron en un túnel borroso». Raiza Mendoza, maestra de 1er grado

«Los estudiantes entraron en una especie de túnel borroso en el que los maestros dejamos de ver su avance, sus necesidades y las carencias que vienen arrastrando, y afecta más a quienes les agarró la pandemia en grados donde correspondía un cambio de nivel. Muchos entraron estando en primaria y salieron en el liceo; otros apenas habían empezado la etapa preescolar y están saliendo ya en 1er grado. Yo estoy viendo niños que están aterrizando en un 1er grado sin siquiera saber las sílabas».

La maestra con 17 años de experiencia precisa que aunque todo esté en contra no se puede asumir que la escuela es algo prescindible. «Las condiciones son adversas, pero la escuela no puede darse el lujo de ser el único espacio sin reactivarse. Como docentes tenemos que exigir que nuestro salario vuelva a valer la pena para que el trabajo que hacemos ocupe el lugar de respeto que se merece. Pero como sociedad también tenemos que sincerarnos: los comercios abren, las peluquerías, los gimnasios, los centros comerciales y en todos esos espacios uno ve que hay niños interactuando ¿entonces es solo la escuela el lugar más riesgoso?»

«No podemos seguir retrasando a los muchachos». Ramón Padovani, director Unidad Educativa Raúl Leoni

«Es importante retomar la presencialidad y hay que hacer inducciones para tratar de rellenar todo lo que ellos no pudieron obtener durante estos dos años, porque fueron dos años escolares completos. Los niños que van ahorita a 1er año (de bachillerato) son niños que estaban en 4to grado, ellos ni siquiera conocen cómo es el sistema en (educación) media. Los que estaban en 2do grupo (de preescolar) ya van a empezar 2do grado y no vivieron la adaptación tan importante que significa pasar de preescolar a primaria».

El director de la institución ubicada en el sector Pablo VI (estado Miranda) explica que se mantiene el contexto por Covid-19, pero hay que trabajar en un esquema de 50/50 en asistencia. «Los muchachos se tienen que adaptar de nuevo porque han estado en sus casas con otro ritmo durante mucho tiempo. Pero no podemos seguir retrasándolos porque la pérdida va a ser para ellos, los docentes ya están graduados, pero hay una parte social que se debe recuperar, aunque sea progresiva, porque después de dos años sin clases todo el mundo pierde el esquema».

Ramón Padovani, director Raúl Leoni

«Siento que voy a ciegas». Katiana Gutiérrez, estudiante de 5to año de bachillerato

«El último año de clases normales yo estaba en 3er año, y ya al terminar este me voy a graduar de bachiller, pero siento que voy a ciegas. En mi casa, mi mamá me pagó un profesor particular para algunas materias como física y matemática pero muchos de mis compañeros se desaparecían durante todo el año, al final mandaban algunas tareas y trabajitos, pero igual pasaban. Yo no creo que esté preparada para empezar la universidad. Siento que salté, sin darme cuenta, de 3er año a ser bachiller y que nos están pasando de año solo por decir que avanzamos, pero no porque de verdad estemos preparados».

«La mayoría se está quedando rezagada». Fernando Pereira. Cecodap

Para el educador, fundador de Cecodap, y defensor de los derechos de niños y adolescentes, Fernando Pereira, regresar a clases presenciales o semipresenciales «es un un imperativo por cuanto la mayoría de la población está quedándose rezagada a la vera del camino por la brecha tecnológica».

Pereira indica que los estudiantes que han podido salir adelante son los que tienen una red de apoyo familiar, a quienes se les buscan vías para que se conecten con los docentes, se le pagan profesores privados o reciben clases particulares; pero no son la mayoría. 

El educador agrega que esta posibilidad de volver a las aulas de clase luce para muchas familias como «un salvavidas para tratar de reconectar con el proceso de enseñanza-aprendizaje para que los muchachos no se queden definitivamente atrás».

Por otra parte, Fernando Pereira recuerda que el confinamiento ha aumentado la depresión y ansiedad en 15% en la población estudiantil en la región; por lo que volver a clases también forma parte de un elemento humano y de salud.


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