La nueva presidenta de Honduras tendrá un desafío mayor puertas adentro en la casa presidencial

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El mapa político de América Latina se recompone. Dos de los tres países de peso en la región (Argentina y México) están bajo gobiernos que se ubican en la izquierda, en el tercero (Brasil) puede regresar Lula da Silva al poder. Perú se reinventa con un maestro a caballo en la presidencia y en Chile el Partido Comunista podría tener un rol relevante en el gobierno, si gana Gabriel Boric en dos semanas.

La nueva presidenta de Honduras tendrá un desafío mayor puertas adentro en la casa presidencial

Así como Evo Morales volvió a la escena pública gracias a que su ministro de Economía y estrecho colaborador, Luis Arce, devino en presidente de Bolivia, en Honduras recuperará el poder Manuel Zelaya gracias al triunfo de su esposa, Xiomara Castro. La noticia, en este país centroamericano, es que Zelaya volvió, volvió, volvió.

Castro, sin duda, marca un punto de inflexión. Será la primera mujer al frente de la nación, ha roto con el histórico bipartidismo y de facto su victoria devuelve a la arena política como protagonista a su esposo y padrino político, Manuel Zelaya. 

Zelaya fue una figura habitual en los actos del chavismo. Deberíamos decir que en verdad el gobierno del entonces presidente Hugo Chávez se la jugó a fondo con aquel hombre de gran estatura, que se mostraba con sombrero en los actos públicos y que fue sacado en pijama, por los militares, de la casa presidencial.

Castro fue nominada por el partido Libertad y Refundación (Libre), que fue creado por Zelaya una vez que rompió con el Partido Liberal, del cual fue dirigente. La ruptura se produjo tras el golpe de Estado que desalojó a Zelaya del poder, en 2009. En aquel momento Nicolás Maduro era canciller del chavismo y se hizo habitual verles en diversos actos. Más de una “colita” recibió Zelaya en los jets de Pdvsa puestos al servicio de la causa bolivariana.

¿De qué se le acusó?

Zelaya fue acusado en su momento de desviaciones procomunistas por dirigentes de los partidos Nacional y Liberal, que históricamente controlaron las instituciones y las votaciones desde que Honduras retomó la senda democrática en 1982. Con una política populista, Zelaya alineó a Honduras con instancias fomentadas por el chavismo como la incorporación de este país centroamericano, en una jugada geopolítica inédita, al bloque de izquierdas de la Alianza Bolivariana de América Latina (ALBA), en 2008, dos años después de asumir la presidencia.

Aunque Xiomara Castro ha enviado públicamente un mensaje conciliador y llamando al diálogo, una vez que ocupe el poder, expertos en política centroamericana esperan un clima de crispación si Zelaya con su estilo populista regresa de forma protagónica a la arena política, tal como se espera, y si alienta una política revanchista usando el gobierno de su esposa.

Sin experiencia política previa, Castro tras fungir como primera dama en el gobierno truncado de Manuel Zelaya, pasó a protagonizar protestas y movilizaciones dentro de su país, mientras que su esposo estaba exiliado. No tiene trayectoria previa en cargos públicos.

Las crisis humanitarias y la inestabilidad han azotado a Honduras desde el golpe de Estado de 2009 que sacudió el establecimiento político”, advertía un informe del think tank Crisis Group en los días previos a las elecciones. El gobierno de Castro tiene la oportunidad de cerrar las heridas o de profundizar en las fracturas que asolan a Honduras.

Crisis Group ha recordado que además del golpe de Estado contra Zelaya en 2009, en 2017 se efectuaron unas elecciones caracterizadas por irregularidades que permitieron que Juan Orlando Hernández accediera a un segundo período consecutivo, un aspecto prohibido por la constitución de Honduras.

En abril de 2015, la Corte Suprema de Justicia falló a favor de un recurso de inaplicabilidad al artículo 239 de la Constitución, lo cual permitió la reelección presidencial de Hernández en 2017, en medio de una ola de protestas y de distanciamiento de la comunidad internacional. Si bien no se le pasó a considerar presidente ilegitimo, Hernández ha estado bastante aislado en los últimos años.

En enero de este 2021, fiscales federales de EEUU presentaron ante el Distrito Sur de Nueva York unas mociones en las que acusan a Hernández de haber aceptado sobornos de narcotraficantes. No le nombran explícitamente, pero se hace referencia a su cargo como presidente y al vínculo con su hermano y exdiputado, Juan Antonio “Tony” Hernández, hallado culpable de narcotráfico por un jurado de Nueva York en octubre de 2019.

Asimismo, al presidente Hernández se le vincula con Geovanny Fuentes, quien fue detenido en marzo de 2020, en Miami, acusado por narcotráfico.

Todo esto hace creer que Hernández estaría negociando ceder el poder, como lo ha dicho públicamente, en enero próximo, pero teniendo algún tipo de garantías para no ser entregado a la justicia de Estados Unidos. Esto será una papa caliente para el nuevo gobierno. Sin embargo, la nueva presidenta de Honduras tendrá un desafío mayor, puertas adentro, en la casa presidencial, cuando defina qué rol tendrá Manuel Zelaya ahora que ella es la jefa de Estado.