Era una liceísta más de Caracas y con ganas de ser médico y modelo para salir en las portadas de revista. Su abuela, quien siempre fue su cómplice, la inscribió en una agencia de modelaje para que el sueño de la jovencita se cumpliera. En ese tiempo eran muchos los concursos de belleza para niñas y adolescentes. Las más grandes podían llegar, en un año o dos, a competir en el máximo certamen del país, el Miss Venezuela.
Como los tiempos eran otros, a la mamá de Judith le ofrecieron de una vez inscribirla en el más importante, aun cuando la elección era unos meses antes de que cumpliera la mayoría de edad. Sacaron cuentas y pensaron que así para cuando llegara la oportunidad de viajar a Miss Mundo, concurso que, tradicionalmente se celebra a finales de año; ya ella habría cumplido 18 años.
Y así fue. Judith Josefina Castillo Uribe portó la banda de Miss Nueva Esparta la noche de la elección. Elluz Peraza, la gran favorita y preparada por Osmel Sousa quien, para el momento, no era aún presidente de la Organización, ganó la corona y la joven de lacio cabello y rasgos exóticos fue la primera finalista. Todo el mundo quedó satisfecho con el resultado. Hasta ella, porque los planes que había hecho se cumplirían y, en cuestión de meses, estaría en Londres.
La corona de Judith Castillo
Judith estaba en su casa cuando recibió la llamada urgente de la organización encargada del certamen. Debía presentarse porque iban a hacer una nueva coronación. La de ella, como Miss Venezuela, porque Elluz se había casado. La noticia del matrimonio de la nueva soberana tomó por sorpresa a todo el mundo.
36 horas después de haberse coronado la jovencita se fue a comer un helado con su novio. Y cuando volvió ya estaba casada. Eso le permitió a Castillo subir un peldaño en la clasificación y lucir la banda, la corona y la capa de Miss Venezuela.
Un mes después estaría en China. Poca gente apostó por ella. El presidente de la República de entonces, Carlos Andrés Pérez fue uno. Prensa de la época dio cuenta de que le pagó los pasajes y los gastos tanto a ella como a su madre y hermana.
El día de la elección de Miss Universo, Judith Castillo volvió a sorprender. Se había llevado un discurso en chino y cuando tuvo oportunidad lo dijo. El apoyo del público no se hizo esperar. Y el del jurado tampoco. Se convirtió en la primera finalista, convirtiéndose en la primera venezolana en casi una década en llegar a esa posición.
El derecho y el amor
Luego de cumplir su año de reinado, Judith volvió a la universidad pero a estudiar Derecho. Como abogada ha ejercido desde entonces. Combinó su práctica privada con la empresarial. Se especializó en derecho intelectual y bajo su supervisión, en Rctv creó el departamento de Marca.
También en ese canal desarrollo su carrera en los medios. Pese a haber debutado en la pequeña pantalla como actriz en la telenovela Balumba, de Venevisión, Judith Castillo se decantó por la animación. Su último proyecto fue De Gala, al lado de Gustavo Pierral en los años 90.
Se casó y se divorció. Tiene dos hijas y, actualmente, un emprendimiento familiar. Delamis es el nombre de su línea de salsas y cremas, dulces y saladas, en las que invierte su energía. Además, se ha afinado en la utilización de las redes sociales. Junto a su madre, comparten un espacio de tertulias en vivo en Instagram donde las anécdotas son las protagonistas.
Fuera de las redes, Judith Castillo también hace trabajo social. Es imagen y fundadora de la fundación Oncoaliado, establecida en el estado Anzoátegui, en el oriente venezolano. La principal misión es ayudar a pacientes con cáncer.
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