La perturbadora secta del hombre más inteligente del mundo que involucraba actrices, herederas millonarias y aberraciones

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El hombre con el coeficiente intelectual más alto del mundo está preso hace dos años. Fue encontrado culpable y en un mes recibirá la condena que puede ir desde los quince años de prisión a cadena perpetua. Los cargos son muy graves: tráfico sexual, abuso de menores, trabajo esclavo, asociación ilícita, estafa, entre otros.

Se llama Kevin Raniere pero siempre prefirió que lo llamaran Vanguard (Vanguardia). Era el líder de NXIVM, una sociedad que al mismo tiempo era una empresa que brindaba cursos de superación personal, una secta, una agrupación delictiva y un vehículo que permitía el abuso de mujeres. Los cursos y seminarios se presentaban como ideales para el desarrollo personal y profesional de sus participantes. Cada uno de ellos salía miles de dólares y estaban organizados de tal manera que uno se concatenaba con otro. Así la formación de una alumno/cliente insumía mucho tiempo y una ingente cantidad de dólares. Era un largo y, como veremos, sinuoso camino.

Una mujer es convocada por otra que se encuentra en una posición superior dentro de la jerarquía de NXIVM. Le habla de una agrupación secreta; DOS se llama. Pero que la participación en ella es restringida, sólo para unas pocas elegidas. Sólo lo integran mujeres. Y Kevin Raniere, por supuesto.

El ingreso requiere varios pasos. Un juramento de lealtad y de sumisión es el primero. Pero con eso no alcanza. Hay que entregar garantías. La candidata revela secretos familiares (muchos inconfesables) ante una cámara. Pero la aspirante muy pronto se da cuenta que la confesión, el haberse desnudado emocionalmente y dejarlo registrado no alcanza. La reclutadora exige una segunda garantía. El desnudo también tiene que ser físico. Debe enviarle fotos de ella sin ropa que la otra mujer guardará bajo amenaza de hacerlas públicas ante una defección.

Antes del ingreso se le realiza una nueva aclaración, una nueva regla de juego hasta el momento desconocida: la novata debe someterse a la que la convoca, una será la esclava y la otra la ama (cada ama tiene varias esclavas), hasta que logre subir un escalón en el organigrama y ella tenga sus propias esclavas que satisfagan sus deseos.

Imagen de la serie documental The Vow

Ya está. El momento del rito iniciático ha llegado. La mujer se encuentra en una sala con otras tres o cuatro, que sospecha están en su misma situación. Ingresa su ama. Les venda los ojos y les ordena desnudarse. Ninguna duda. Su voluntad está doblegada. Todas se sacan la ropa en silencio. No se ven entre sí pero saben, intuyen, que las demás hacen lo mismo. Luego las empujan hacia una camioneta. Desnudas, sólo con la venda en los ojos, recorren unos kilómetros. No saben dónde van.

En el destino, alguien las ayuda a bajar. Entran a una casa. Una de las mujeres, tal vez, espía por debajo de la tela y ve que es una casa lujosa. Acuestan a la primera en una camilla. De pronto el resto escucha unos gritos desgarradores y olor a carne quemada. Como si fueran ganado, las marcan. En la ingle. Los gritos y las lágrimas no detienen la operación. La que soporta estoica la tortura es felicitada y puesta de ejemplo. En el aire persiste el hedor dulzón de la piel carbonizada. En sus ingles queda, marcado a fuego, un símbolo extraño.

Ya pasado el momento, ya en sus casa, y con la ayuda de un espejo, las víctimas lo podrán descifrar. Si se lo mira vertical, el jeroglífico se convierte en una A y una M, las iniciales de Allison Mack. De costado, con una mirada apaisada, lo que surge no causa, a esa altura, sorpresa alguna. Con claridad, en ese tatuaje labrado a hierro caliente (o con un bisturí eléctrico), cauterizado en la piel, aparecen una K y una R, las primeras letras del nombre y el apellido del líder, Kevin Raniere, el que luego tendrá acceso sexual a las mujeres iniciadas, las señalizadas con sus iniciales.

Raniere con su pelo a dos aguas, los gestos frescos y serenos se parece al cantante Jackson Browne. Era, no caben dudas, alguien con un enorme poder de convencimiento. Articulado al hablar, seguro, lograba encadenar sus pensamientos con fluidez y fuerza. Abrumaba a su oyente con un torrente de convicciones, de definiciones cuya acumulación las maquillaba de irrefutables. Un mago de la persuasión.

Allison Mack fue acusada por haber pertenecido a esa secta y haber reclutado a otras actrices (Shuterstock)

Se ofendía cuando le hablaban de creencias, de fe , de que su método tuviera algo que ver con lo espiritual. Detestaba que lo equipararan a cultos o religiones en los que se depende de un ser superior. Lo de él era un método. Había ciencia en sus prédicas. Por eso, decía, conseguía la transformación deseada en sus alumnos.

A la espera de la sentencia del tribunal norteamericano en el que fue juzgado, la historia de Raniere y NXIVM adquirió actualidad gracias a The Vow, la serie documental que está emitiendo desde hace unos días HBO, en la que se narra, desde adentro, cómo funcionaba la organización y cómo era la trama de explotación sexual.

Lo del coeficiente intelectual de Raniere no se trata de un mito. Luego de hacer el test de Ronald Koeflin llamado Mega (que luego se convirtió en un método controvertido al que los expertos sumaron múltiples objeciones) sacó el puntaje más alto posible y apareció en el libro Guinness de los Récords. Se decía especialista en biología, matemática y finanzas. Sin embargo su vida personal y laboral no lograban arrancar.

En los noventa, ya pisando los treinta años, creó una empresa de venta de productos de salud y de belleza pero poco después debió cerrarla porque las denuncias se acumulaban sobre él. La justicia determinó que se trataba de una organización que se beneficiaba de un esquema piramidal que estafaba a su integrantes.

La estructura de la secta sexual de Raniere

Siguió buscando su lugar. Hasta que el encuentro con Nncy Salzman, una enfermera que se dedicaba a la hipnosis lo convenció de dar el siguiente paso. Con la mujer como su socia fundó NXIVM. El origen de la organización se encuentra en diversas fuentes que fueron fascinando a Raniere con el tiempo. La experiencia de Amway y su ejército de ventas, preceptos sacados de las novelas de Ayn Rand, algo de la Cientología (por más que luego lo negaría enfáticamente), ideas de Segunda Fundación la novela de Isaac Asimov y los principios de una disciplina que se empezaba a imponer, la PNL, la programación neurolingüística Extrayendo elementos de cada una formó ese Frankestein que fue NXIVM.

Todos los fracasos anteriores contrastaron con el enorme éxito de NXIVM. En sus veinte años de existencia pasaron 18.000 personas por sus cursos. Pero el secreto estaba en los que permanecían en la organización, los que iban subiendo en el escalafón (escalando con dificultad y lentamente), haciendo los cursos paralelos que se ofrecían o abriendo franquicias en distintas ciudades del mundo. Su poder persuasivo le permitió construir un imperio del coaching y la autoayuda.

La estructura era piramidal. En su punta estaba Vanguard, Raniere. Debajo de él, Nancy Salzman, llamada también La Prefecta (The Prefect), como quien se encargaba de la disciplina y de las cuestiones organizativas. Ellos dos eran los que disponían lo que se hacía, los que controlaban NXIVM. Salzman era la dictaba los cursos a través de clases grabadas en video. Su imagen era la de una empleada administrativa salida de una serie de los años ochenta, que modulaba al hablar -con voz monótona- como si el interlocutor fuera algo tonto. En su cara siempre está instalada una sonrisa condescendiente.

Debajo de ellos dos había varias castas. Cada una de ellas, cada escalón de la jerarquía se identificaba por el color de unas bandas que se le ponía a los miembros alrededor del cuello. A los novatos les tocaba el blanco, el segundo nivel era el naranja, luego estaba el verde, al que accedían unos pocos elegidos y después de años de formarse y de mostrar lealtad. Dentro de cada una de esas categorías, al estilo de lo que sucede con los cinturones en las artes marciales y las puntas de colores, cada banda tenía tres franjas del color siguiente. Recién allí se lograba el ascenso. Pero las condiciones para subir en la escala variaban todo el tiempo, se manejaban al arbitrio de Raniere. Un elemento más para generar dependencia.

La actriz Jennifer Kobelt contó que también fue maniatada pero que le explicaron que sería sometida a un tipo diferente de experimento. Le pasaron imágenes de mujeres siendo maltratadas, abusadas, asesinadas. Ella no debía cerrar los ojos

La verdadera clave del sistema estaba en la captación de miembros. El perfil buscado era similar. Gente que estaba pasando un periodo de vulnerabilidad pero con un excelente pasar económico. Ser mejor persona, superarse según la doctrina de NXIVM, salía muy caro. Sus miembros pasaban a ser de un club bastante exclusivo. Así en la organización había directores de cine, actrices de Hollywood, empresarios, hijos de presidentes sudamericanos y herederas de enormes imperios empresariales. Cada uno de ellos debía acercar a otros.

El producto principal era los ESP, los Programas de Éxito Ejecutivo. Una especie de coaching para empresarios y ejecutivos destinado a desarrollar la concentración, la ética y distintas habilidades personales y profesionales.

También había unas terapias llamadas Exploración del Sentido (EM) que en largas y duras sesiones procuraban ejercer cambios en la personalidad del participante. Volver a formatearlo. Integrarlo según el lenguaje de NXIVM.

En el transcurso de los años recibió acusaciones de que quienes los impartían buscaban realizar un lavado de cerebro a los participantes. Esos señalamientos fueron rechazados con énfasis por sus integrantes que defendían a Reniere y a Saltzman devocionalmente.

La actriz de la serie Smallvile, Allison Mack era uno de su miembros más reconocidos. Desde Twitter intentó reclutar a reconocidas estrellas de Hollywood. Mack se declaró culpable ante la justicia y también espera su condena en libertad tras haber pagado una fianza de 5 millones de dólares.

El imperio de Raniere empezó a tambalear cuando se dio a conocer la existencia de DOS. Desde hacía años que las sospechas merodeaban a la organización. Pero sus seguidores, cegados por el carisma y el encantamiento verbal de Raniere, nada veían. En el 2003 la revista Forbes se hizo eco de las primeras denuncias. Pero NXIVM continuó su camino triunfal. El derrumbe comenzó en el 2017 con un artículo del New York Times en el que se revela el accionar de DOS y del sistema de esclavas que Raniere había montado en su beneficio.

El líder dejó la sede de Albany en el estado de Nueva York y se recluyó en Puerto Vallarta, México. En el país latinoamericano tenía excelentes contactos y supuso que también protección. Cuatro hijos de ex presidentes pasaron por sus cursos. Uno de las hijos del ex presidente Salinas de Gortari era el líder de la filiar mexicana de NXIVM. Sin embargo, llegó la detención y la extradición. Desde ese momento permanece tras las rejas.

La pregunta que subyace es por qué se tardó quince años entre las primeras acusaciones de ser una secta hasta que la justicia actuó. Raniere gastó casi 50 millones de dólares en abogados e indemnizaciones extrajudiciales para acallar las denuncias en ese lapso. Por otro lado, da la impresión que las prácticas abusivas se incrementaron y se perfeccionaron con el correr de los años debido a la impunidad que Raniere y sus acólitos ostentaban.

Por los estrados judiciales fueron pasando otros integrantes. La actriz Allison Mack, Nancy Saltzman, Claire y Sara Bronfman, las hijas del dueño de Seagrams, herederas multimillonarias de una de las empresas de bebidas más importante del mundo, quien a su vez era la financista principal de NXIVM.

Los testimonios de las prácticas de la agrupación y en especial de DOS son estremecedores. DOS, esa célula exclusiva de mujeres, marcadas, esclavizadas, de las que se aseguraban lealtad a través de la extorsión de divulgar las confesiones personales o las fotos sin ropa que ellas habían entregado en garantía, de la que ninguna podía irse, las obligaba a actos aberrantes.

Una de ellas contó que la hicieron desnudar y que Raniere, también desnudo, la esperaba en una habitación. Vanguard le vendó los ojos, la acostó en una cama y la ató de los tobillos y las muñecas. Luego comenzó a hablar, de manera pausada; impartía uno de sus sermones. Hasta que la mujer sintió que le estaban practicando sexo oral. Al rato volvió a escuchar a Raniere pero alguien continuaba con la boca en su sexo. En la habitación había más gente. La víctima nunca sabrá quiénes eran ni cuántas fueron las personas que esa tarde pasaron por su cuerpo atado.

La actriz Jennifer Kobelt contó que también fue maniatada pero que le explicaron que sería sometida a un tipo diferente de experimento. Le pasaron imágenes de mujeres siendo maltratadas, abusadas, asesinadas. Ella no debía cerrar los ojos. Debía mirar mientras un escaner cerebral media sus reacciones.

La defensa en juicio de Allison Mack y de Raniere se basó en que todas ingresaron por voluntad propia y que los actos sexuales fueron prácticas consensuadas entre adultos. Esos argumentos defensivos no prosperaron. No pudieron explicar los abusos, los sojuzgamientos, los intercambios de mensajes extorsivos, el sistema de garantías que servían como chantajes.

El hombre del coeficiente intelectual récord, el que montó un imperio con sus cursos de autoayuda, llegó a sus sesenta años detenido y desmoronado. No queda nada de su trabajo en los últimos veinte años. Sólo daños, un nutrido tendal de víctimas. A él le esperan muchos años de prisión. Es probable que ya no conozca la libertad.

Con información de Infobae