Los restos de decenas de víctimas del «carnicero de los Andes» serán sepultados este viernes 20 de mayo en un pequeño cementerio de una remota aldea de Perú, 37 años después de la emblemática masacre que acabó con casi 70 personas, entre ellos más de 20 niños.
El carnicero de los Andes tiene nombre: Telmo Hurtado. Era subteniente del Ejército peruano y comandaba una patrulla a la que ordenó matar con balas o bombas, o quemar vivos, a los pobladores que encontró en el pueblo de Accomarca. Los acusó de pertenecer a la guerrilla de Sendero Luminoso, y procedió a ejecutarlos, a pesar de que muchos eran solo niños en edad primaria.
El velorio que faltaba
Decenas de pequeños ataúdes blancos con los restos de las víctimas, con crucifijos plateados en la cubierta, han sido velados durante dos días en la iglesia del pueblo por sus parientes.
Hurtado, «el Carnicero de los Andes» y apodado entre los militares «El Camión», cumple una sentencia de 23 años de prisión por la masacre tras ser extraditado desde Estados Unidos en 2011. De los 10 militares condenados por la matanza, cinco están prófugos.
Misa y ceremonia
Estas exequias que tienen lugar con 37 años de retraso han alterado la ahora apacible vida en Accomarca. Esta aldea, situada a casi 3.400 metros sobre el nivel del mar y rodeada de cerros con pinos y eucaliptos, amaneció soleada este viernes. La temperatura era de dos grados Celsius, pero al mediodía puede subir a 20.
Sus 500 habitantes viven del cultivo de cebada, papa, quinua y trigo. La mayoría solo habla quechua, como sus ancestros.
Una misa será oficiada en la mañana en la iglesia donde las víctimas fueron veladas el miércoles y jueves.
Preparar la plaza
Una decena de pobladores barrió en la mañana la plaza. Allí se espera la llegada del jefe del gabinete ministerial, Aníbal Torres, y del titular de Justicia, Félix Chero, para una ceremonia. Luego los ataúdes serán conducidos al pequeño cementerio del cerro San Cristóbal, desde cuya cima se divisa un fértil valle.
Decenas de sepulturas de cemento fueron construidas especialmente para acoger los pequeños ataúdes.
Obra escolar
Bajo el lema «nunca más», unos 25 alumnos de entre 7 y 14 años de la escuela pública «Fe y Alegría» escenificaron la matanza en la plaza el jueves en la noche.
La presentación, que incluyó una fogata, arrancó aplausos y lágrimas entre los 150 presentes. Luego un coro de 10 niñas, con trajes típicos andinos y sombreros, interpretó una canción en quechua.
La importancia del ADN
La fiscalía entregó los ataúdes con los restos identificados con muestras de ADN a sus respectivos familiares en el local municipal durante los dos últimos días.
Los familiares han recibido durante el tiempo transcurrido el apoyo del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) para la búsqueda de sus seres queridos. También para el entierro.
«Se logró identificar a 37 personas», dijo a la AFP el antropólogo forense Lucio Condori. Además, se individualizaron prendas de vestir sin restos humanos pertenecientes a cinco personas.
Sin embargo, 80 ataúdes serán sepultados este viernes en el cementerio, porque hay también víctimas de otras matanzas, explicó la fiscalía.
Algunos deben seguir esperando
«Muchos hijos podrán dar cristiana sepultura a sus padres, pero hay hijos que seguirán esperando, porque hay partes [osamentas] que aún no han sido identificadas», indicó a la AFP el alcalde de Accomarca, Fernando Ochoa.
El jefe municipal, de 37 años, perdió a su abuela en la masacre.
Durante las dos décadas de guerra interna en Perú, los campesinos pobres de los Andes fueron carne de cañón tanto para las guerrillas como para el Ejército.
El enfrentamiento dejó unos 70.000 muertos y 21.000 personas desaparecidas. El 40% de ellas en Ayacucho, según cifras oficiales.
Región famosa por su artesanía y sus iglesias, en Ayacucho se libró en 1824 la última batalla de la independencia hispanoamericana, y fue lugar de nacimiento y reducto principal de Sendero Luminoso.
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