Desde hace cuatro meses, Jhon Alexánder Arriechi Bravo, vive la peor pesadilla de su vida: el Tren de Aragua raptó a su hija para explotarla sexualmente. Desde entonces ha recorrido 4 países tras el paradero de la quinceañera.
Se trata de un padre desesperado, que ha recorrido cuatro países de Suramérica buscando a su hija de 15 años, que es sometida a crueles vejámenes en su negocio de explotación sexual infantil.
La víctima en cuestión responde al nombre de adolescente Jhonetsi Valentina Arriechi Bernal, es oriunda de Maracaibo; ciudad en la que Jhon es un líder social.
Trascendió que Valentina tenía una relación conflictiva con la madre, situación que fue aprovechada por un allegado, quien la convenció de irse a Colombia a trabajar y buscarle un nuevo aire a su vida, reseña El Colombiano.
Presumen que bajo engaño, la jovencita fue captada en Zulia, para ser llevada a Maracay, y allí ser entregada al “Tren de Aragua” para ser prostituida en Colombia, Ecuador y Perú.
El Tren de Aragua, está señalado de tener redes en varios países del continente y negocios de narcotráfico, sicariato, extorsión, corrupción y explotación sexual, especialmente en Perú.
Según las investigaciones que adelanta el padre de la víctima, la última vez que vieron a la adolescente fue el pasado 8 de julio, cuando cruzó la frontera hacia la ciudad de Cúcuta; luego la llevaron por tierra a Bucaramanga y de allí a Bogotá.
Al parecer la organización criminal se enteró de la persecución y decidió mover a Jhonetsi Valentina de lugar.
Los rumores señalaban que el siguiente destino sería Medellín, por lo que el papá se comunicó con la Seccional de la Fiscalía en la capital antioqueña, la cual activó el mecanismo de búsqueda urgente.
De vez en cuando, la adolescente lograba comunicarse a hurtadillas por un celular, enviando su ubicación.
Así supieron que la banda la transportó hasta Ecuador y posteriormente la recluyó en un apartamento en Lima, Perú. Según reportes de la Fiscalía de aquella nación, el “Tren de Aragua” controla varios sectores reconocidos por la oferta descarnada de prostitución callejera.
En Lima la banda extrae rentas mediante la subyugación de sus “propias” mujeres en burdeles y páginas de internet, o cobrándole una extorsión a proxenetas independientes que pagan para ofrecer a sus “trabajadoras” en las esquinas dominadas por el “Tren”. Si por casualidad se atrasan en los pagos, la cuenta de cobro es un balazo.
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