El caso del pescador que estranguló y arrojó al mar a una maestra en Falcón

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Ni cristiana sepultura para la maestra de preescolar Gledys María Linares y por lo visto, tampoco sentencia para el pescador Johan Alberto Parra Jordan quien a pesar de haber confesado el crimen, uno de los más atroces en el estado Falcón, estaría por Punto Fijo como un cualquier ciudadano común, esto después de haberse retractado de su admisión de hechos.

El caso del pescador que estranguló y arrojó al mar a una maestra en Falcón

La historia del crimen, plasmada en el expediente IJ11P189-3-2018 a instancia del Juzgado Tercero de Control, sale de nuevo a relucir a propósito de que este martes 13 Gledys María estaría cumpliendo 53 años, según recuerdan familiares.

Gladys fue asesinada el martes  17 de abril del año 2018, hace 5 años y 2 meses, lo cual confesó Johan, relatando al Cicpc que la estranguló con un cable de teléfono, para después fracturar sus extremidades hasta introducirla en una pipa que echó en el fondo del mar a la cual la llevó en la embarcación «Liliana» que quitó  prestada a un amigo, también pescador. La asesinó, se dice, porque se rehusó a establecer una relación sentimental.

Para asegurarse que el cuerpo y la pipa no salieran a flote, «confesó» que usó una red de pescar y varias piedras, según relatos, entre ellos de quienes, sin saber, le suministraron el medio de transporte.

Johan Alberto Parra Jordan, quien nunca pisó la prisión, salvó la celda del Cicpc, posee una pescadería y vive en la calle Ricaute casa de la parroquia de Punta Cardón del municipio Carirubana, estado Falcón

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Valga recordar que como parte de su coartada el asesino se quedó con el celular de la víctima el cual usaba haciendo creer que seguía viva, pero los errores ortográficos lo delataron. Para entonces se había desprendido de la evidencia que destruyó y arrojó al mar.

Con todo ese relato, la confesión y evidencias que lo incriminan, Johan sigue sin sentencia, aparentemente con una medida de casa por cárcel de la que no hay certeza si sigue vigente.

El cuerpo de la maestra jamás fue recuperado, su expediente también fue enterrado en alguna gaveta, y el veredicto respecto a este sonado caso sigue en mora, motivo por el cual familiares, entre ellos Raúl Lugo, piden al Fiscal General de la República Tarek William Saab, ordenar una revisión del caso pues, la impunidad es un mal precedente y deja abierta la puerta a más hechos de esta naturaleza.

El silencio anunció que Gledys estaba fuera del apartamento de la urbanización Balcones de Paraguaná I, donde vivía sola. “No debe estar muy lejos”, pensó el familiar que aquel miércoles 18 de abril encontró vacías las tres habitaciones, los dos baños, la sala y la cocina de este urbanismo  de clase media, ubicada en una zona, aparentemente segura.

Las señales de la desaparición. ¿Circunstanciales o plantadas?

Un pollo en el lavaplatos, como si lo hubiesen dejado descongelándose y un tarro de café en el microondas, insinuaban que Gledys María podía estar cerca, buscando algún aliño o condimento en el apartamento de alguna vecina. Pero el silencio se fue haciendo más ensordecedor.

Con el pasar de las horas, la ausencia fue más notoria y se tornó sospechoso cuando encontraron su carro, un Ford Fiesta Blanco, en el mismo sitio en el que solía pararlo y con las llaves. Su cédula de identidad y documentos personales estaban en su cuarto, así que tampoco había ido de compras. ¿Acaso la habían raptado?

desaparecida
Nacida el 13 de junio del 1970, Gledys Linares estaba próxima a cumplir 48 años.

No era descabellado imaginarlo, sobre todo porque Gledys había sido esposa de Raúl Lugo, coordinador municipal del partido Vente Venezuela, en torno a quien había discutido, hacía poco, con una fiscal que la habría amenazado. El rapto con violencia quedó descartado, al menos por el orden en que fue hallado el apartamento. Todo aparentemente estaba en su sitio, no había rastros de lucha ni de robo. Los vecinos tampoco escucharon los gritos histéricos que cualquier mujer daría al ser interceptada por algún delincuente o alguien desconocido.

El temor se fue acentuando con el pasar de las horas

Una hermana y una sobrina, que intrigadas por la desaparición vinieron de Maracaibo a pesar de las dificultades económicas, quedaron de manos atadas ante el controversial argumento policial de que para dar por desaparecida, raptada o secuestrada a una persona, debían esperarse 72 horas. Así pues, pasó el fin de semana, se cumplió el lapso y continuaron las semanas, hasta que el asunto cobró notoriedad y se temió lo peor, sobre todo en una península de Paraguaná donde la mayoría de casos de personas desaparecidas, aparentemente a la fuerza, casi nunca regresan vivas.

“Los habitantes de Punto Fijo, ante la desaparición de la Sra. Gledys Linares y el sufrimiento de sus familiares por la falta de respuesta por parte de los organismos encargados de atender el caso; después de tres semanas de su desaparición, exigimos a las autoridades competentes que se aboquen a resolver este caso que causa dolor y llanto en sus seres queridos y angustia generalizada por la inseguridad e impunidad manifiesta en nuestro municipio”, decía el comunicado distribuido por Facebook y otras redes sociales.

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La desaparición de se hizo notorio en la medida que fue divulgándose por las redes sociales.

La prensa, primero regional, y luego nacional, se hizo eco de la noticia, pero la familia Linares Carmona, insistió en las redes sociales para poder multiplicar entre sus conocidos la información y los cuatro contactos telefónicos que dispusieron para quien pudiera dar alguna pista sobre la mujer de 47 años de edad, lo hiciera en el acto.

Ortografía delatora

Durante la primera semana los familiares recibieron mensajes, o más bien respuestas de Gledys a través de WhatsApp, indicios que lejos de emocionarlos, acrecentó la preocupación pues, los mensajes -o mejor dicho: respuestas esquivas o excusas como, que el celular estaba dañado-, contenían errores ortográficos, lo que distaba que fuese ella quien los estuviera respondiendo, pues, no era su estilo y además, se trataba de una maestra a punto de jubilarse, que no daba cabida a los errores ortográficos.

Investigación lenta, pero segura

Contrario al ritmo que quería la familia Linares Carmona, efectivos del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) de la subdelegación Punto Fijo, a cargo del comisario Darwin Padrón y siguiendo lineamientos del comisario jefe José Gregorio Ascanio, jefe de Región, avanzaban lentos, pero seguros en las investigaciones, eso si, manteniendo activo el anzuelo hasta hacer morder la carnada al responsable de tal desaparición.

La investigación rindió frutos, satisfactorios para los detectives, pero escalofriantes para los familiares y el resto de la sociedad paraguanera y falconiana. Fue a finales de mayo, ya analizados los relatos de familiares, de amigos y vecinos en torno a la rutina de la desaparecida, y hecha la pesquisa al celular en cuanto a las veces que se uso y cuantas desde la desaparición, que los los investigadores lograron atar los cabos sueltos.

Estaba muerta cuando reportaron su desaparición

Gledys María Linares Carmona había sido asesinada el martes 17 de abril, a las 3:00 de la tarde. En la reconstrucción de los últimos minutos de vida, los sabuesos precisaron que la maestra se había trasladado en su Ford Fiesta blanco, hasta una casa sin número ubicada en la calle Ricaurte del sector Punta Cardón del municipio Carirubana. Fue a llevarle comida a Johan Alberto Parra Jordán, de 38 años, un pescador, un moreno, musculoso, un hombre del mar con el que entendía sentimentalmente y que esa tarde, la recibió con desprecio.

El arrebato fatal de un pescador celoso

“Allí sostuvieron una discusión por cuanto el mismo le reclamaba sobre la existencia de una pareja. Este (Johan), sin mediar palabras, tomó un cable de teléfono, logrando estrangularla hasta dejarla sin vida”, destaca la minuta elaborada por el CICPC, que contiene relatos más escalofriantes. El asesino ocultó el cuerpo en un bidón, que por las dimensiones del cuerpo apunta a ser una pipa.

Ocultó el cadáver el tiempo suficiente como para planear la manera y cuadrar la logística para deshacerse del mismo, lo cual llevó a cabo el miércoles 18, día siguiente, lo llevó a orillas de la playa de esta zona de Punta Cardón, donde estaba atracada la embarcación “Liliana”, propiedad de un amigo con el que salía a pescar.

A bordo de la misma transportó en cadáver seis millas, mar adentro, a unos 11,112 kilómetros de la orilla, donde materializó los planes que durante la noche del 17 de abril y siguiente día,  ocuparon su mente, procurando de esta manera la impunidad del crimen. «Sin cuerpo ni hay delito», como decía un antiguo y derogado principio legal, habría intuido el pescador, al llevar a cabo el macabro sepelio marino.

Enterrada en el fondo del Mar Caribe

Johan ató el bidón a una malla de pescar a la que además anudó ocho piedras, que juntas promediaban 700 kilos, logrando así, enterrar el cuerpo en el fondo de mar. El criminal regresó a su hogar y luego al de su víctima, en el cual estacionó el Ford Fiesta blanco en el lugar de siempre, de manera que nadie fuese a pensar que la desaparición de Gledys fuese consecuencia del robo de su carro. Aunque en la minuta policial no se refiere a este punto, no es descartable que en su trama de hacer creer que Gledys estaba cerca, haya sido el pescador quien puso a descongelar el pollo y el café en el microondas.

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Para asegurarse de que su víctima no saliera a flote, el pescador ató a la atarraya unos ocho rocas, que promediaban en peso 700 kilos. Foto/Ilustración

Hizo creer que Gledys seguía viva, pero por mensajes

No conforme, y para hacer creer que Gledys María seguía viva,  el pescador uso el celular respondiendo los mensajes que a ella le escribían sus amigas, incluso familiares. Esto lo estuvo haciendo hasta el lunes 23 de abril que destruyó el aparato y lo lanzó al mar, según las pesquisas el CICPC, que detuvieron a finales de mayo al homicida, quien sin coartada y puesto al descubierto, habría confesado todo lo hasta ahora narrado.

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Presunto autor intelectual y material. Foto/Facebook

Nacido el 8 de agosto de 1979, Johan Alberto Parra Jordán, es un hombre con pareja e hijos. El CICPC lo sindica de ser el autor intelectual y material del feminicidio, cuyo móvil ha quedado establecido como pasional. Policialmente el caso estaría resuelto, aunque resta por conocerse si el dueño de la embarcación cooperó o inocentemente le prestó la misma al criminal que, valiéndose de tal confianza, la usó para hundir el cadáver a seis millas náuticas, sector La Botija de Punta Cardón, al fondo del cual aún debería estar. Familiares de la occisa creen necesario investigar más a fondo el caso pues, hay muchos elementos que no cuadran y que pudieran dar otros indicios, quizá cooperadores.

Recuperación del cadáver, tarea pendiente

El Fiscal Vigésimo Tercero, doctor Yamir Castillo, conjuntamente con el juez de control correspondiente, están al tanto del caso y aprehensión, por la vía de la excepción del homicida, quien sería compelido a guiar a la comisión del CICPC hasta el sitio del liberación del cadáver, lo que amerita la intervención de buzos.

Hasta ahora, la labor de recuperación del cuerpo, es el enigma que queda por resolver en torno a este caso que ha conmocionado a los falconianos. Efectivos de la Guardia Costas, así como la Zona Operativa de Defensa Integral (ZODI-12) habrían confirmado estar dispuestos a apoyar las labores de recuperación del cadáver de la maestra.

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Aun no ha trascendido, al menos a la prensa, de qué extremo de la península zarpó el pescador, pero tomando este punto de referencia de Punta Cardón, y suponiendo un trayecto en línea recta, Johan se deshizo del cadáver en aguas profundas.

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