Los dos hombres viajaron desde el Llano a Soacha para comprar maquinaria, pero todo era un engaño. Captores creían que traían consigo $180 millones y los golpearon. Vea detalles del operativo para poder salvar a las víctimas.
Operativos por parte del Gaula de la Policía en el municipio de Soacha permitieron retornar a la libertad a dos comerciantes que llegaron de El Castillo, Meta, para la compra de una maquinaria. Desafortunadamente todo era un engaño para secuestrarlos.
“Nos encontramos con un señor que supuestamente era el hermano del dueño de la máquina, esta persona nos llevó a un barrio en el cual decía que la máquina estaba y que se encontraba el operador para que nos la enseñara. Cuando nosotros llegamos al barrio nos hace entrar por una calle como destapada, un callejón, y cuando llegamos nos salen tres hombres armados, nos encañonan y nos hacen bajar de la moto. Nos encierran en una casa que estaba abandonada”, relató uno de los afectados.
Una vez en la casa en Soacha, los dos comerciantes fueron golpeados y torturados por parte de los secuestradores, quienes les exigían entregar 180 millones de pesos a cambio de su libertad. Los delincuentes creían que los comerciantes llevaban todo ese dinero consigo y, al no obtener lo que ellos querían, incluso les dispararon.
“En total eran de 8 a 10 hombres, entre esos personas menores de edad y también de nacionalidad venezolana. Todos estaban armados con pistolas y navajas. Allí nos torturaron, nos golpearon, nos trataron mal y a mi compañero le pegaron un tiro en una pierna porque dizque no estábamos colaborando, porque no les estábamos dando la plata”, agregó la víctima.
Los secuestradores sacaron a los dos comerciantes de la vivienda donde los tenían para llevarlos a otro lugar y así estar más escondidos de las autoridades, pero ese movimiento llamó la atención de un ciudadano en Soacha, quien se comunicó con la línea 165. Fue así como se desplegó un gran operativo que permitió la captura de tres personas y la aprehensión de dos menores de edad que integraban la organización criminal.
Unas vez en libertad, los comerciantes fueron trasladados hasta el Meta, donde sus familias los esperaban con globos y pancartas. Al verse de nuevo, se fundieron en abrazos y besos para celebrar el mejor regalo de Navidad que podrían tener, el de la libertad.
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